martes, 25 de febrero de 2014

Liber Primus / Instrucción, Cap. X. El Libro Rojo. C G Jung

Mis pensamientos no son mi sí-mismo sino que, al igual que las cosas del mundo, son algo viviente y algo muerto. Así como yo no estoy dañado por vivir en un mundo parcialmente desordenado, así tampoco estoy dañado si vivo en mi mundo del pensamiento parcialmente desordenado. Los pensamientos son hechos de la naturaleza que tú no posees y cuyo significado sólo conoces de forma totalmente imperfecta. Los pensamientos crecen en mí como un bosque, todo tipo de animales lo pueblan. Sin embargo, el hombre es imperioso en su pensar, por eso mata el placer del bosque y los animales salvajes. El hombre es violento en su anhelo y él mismo se convierte en bosque y animal salvaje. Así como yo tengo la libertad en el mundo, tengo también la libertad en mis pensamientos. La libertad es condicionada.
A ciertas cosas del mundo tengo que decir: no debéis ser así, sino de otra manera. No obstante, primero observo su naturaleza detenidamente, sino no las puedo modificar; de igual manera procedo con ciertos pensamientos. Modificas aquellas cosas del mundo que, sin ser útiles por sí mismas, hacen peligrar tu bienestar. De la misma manera debes proceder con los pensamientos. Nada es perfecto y muchas cosas están en conflicto. El camino de la vida es transformación, no exclusión. El bienestar es un mejor juez que el derecho.

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