domingo, 23 de febrero de 2014

(Enrique Galán Santamaría, et alii, Cómo psicoanalizamos)

CÓMO PSICOANALIZAMOS

“El psicoanálisis es una conversación periódica sobre los asuntos que competen al analizando (…)

La transferencia es siempre una exigencia por parte del analizando para que el analista refuerce las posiciones fallidas que le han llevado al análisis (…)

Mi trabajo como analista consiste precisamente en acompañar al paciente en la desactivación de sus defensas neuróticas o psicóticas, que distorsionan su apreciación de la realidad, excesivamente subjetiva.

Para ello hay que darle confianza, soporte, contención mientras se va elaborando en la intersubjetividad de la conversación una nueva objetividad que alimente la actitud vital correspondiente a su naturaleza propia (…)

Es duro y costoso desactivar las defensas psíquicas. Previamente hay que construir una imagen del mundo, del otro y de sí que no exija esas defensas (…)

La locura, entendida como error en las relaciones consigo, el otro y el mundo apela a un conocimiento y reconocimiento de sí, del otro y del mundo para su desaparición (…)

Si damos por supuesto que hay un instinto de conocimiento (…) podemos conjeturar que los ataques al conocimiento son una forma básica de locura. Indagando en sus motivos, encontramos siempre un miedo. Miedo que es simultáneamente efecto y causa de ignorancia (avidya) (…)

Los arquetipos se muestran comportamental e imaginalmente. En la esfera del comportamiento siguen la estructura del instinto, que, como recuerda Piaget, “supera ampliamente los límites de la vida individual […pues] su sede son las “poblaciones” en la acepción biológica del término”, es decir, el instinto es “transindividual”.

Imaginalmente, el arquetipo se aparece al individuo en forma de imágenes oníricas, ensoñación o fantasía súbita. Suele darse personalizado dentro de un complejo, más accesible a la conciencia del sujeto, aunque también lo hace en forma impersonal, como función.

En estos casos, cuando el paciente no establece ninguna asociación con esas imágenes, puede intentarse la amplificación (comparación de la imagen personal con sus paralelos culturales), pues muy posiblemente nos encontramos con elementos de lo inconsciente colectivo. Eso implica que la consciencia, el yo, debe renovarse con nuevos contenidos y significaciones (…)

Creo que el instrumento más importante y efectivo del análisis es el humor. El buen humor (…) La alegría es el elemento principal del bienestar. En ese sentido, frente al sufrimiento, alegría (…) En fin, intento en mi forma de dirigir el análisis que el paciente pueda ser irónico, incluso sarcástico, consigo mismo, en vez de aferrarse a sus viejas historias para no dormir con las que se identifica (…)

Si la risa es la salud, el buen humor es la cordura”.

(Enrique Galán Santamaría, et alii, Cómo psicoanalizamos)

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